El jueves 9 de noviembre de 1939 amaneció con tiempo variable en Lastras de Cuéllar. Mientras la mayoría de sus habitantes se preparaban para las labores rutinarias, nadie se podía imaginar que aquel día se les quedaría marcado para el resto de sus vidas. Todos lo recordarían como el día en que cayó el avión.
A las 11:10 horas despegó del aeródromo militar de Villanubla (Valladolid) el avión Savoia S-81 (21-52) con destino a Palma de Mallorca. La tripulación del avión estaba compuesta por el Tte. piloto Miguel Angel Sanz, el Tte. segundo piloto Francisco Bacariza, el Tte. observador José Madruga , el Cabo mecánico José Girones y el Cabo radiotelegrafista Fernando Sánchez. Como ocupantes en la parte de atrás del avión viajaban los tenientes: Santiago de la Cuesta, Jose Luis Plaza, Andrés Vicente, Alfonso Ponce e Ignacio Alfaro; además del Alferez Francisco Ramírez y el Cabo conductor militarizado Antonio Vidal. Todos ellos habían estado esperando varios días a que el tiempo mejorase para realizar el vuelo. La mayoría de los ocupantes eran pilotos que debían recoger aviones con destino al 26 Grupo de Caza de León.
El piloto recibió instrucciones de intentar llegar a Palma de Mallorca pero si encontraba mal tiempo debería aterrizar en cualquiera de los campos de aviación próximos a la ruta. Se decidió emprender el viaje ya que el día presentaba zonas despejadas y en Madrid la visibilidad era buena.
El vuelo no tuvo incidencias reseñables hasta llegar a Cuéllar, donde el avión se encontró con nubosidad. Aprovechando un claro, el piloto maniobró para intentar salvar las nubes por encima. Alcanzados los 3.200 metros, se toparon con una nube densa que no pudieron evitar, penetrando en ella para escalarla.
A las 11:40 los acontecimientos se precipitan. El avión vuela a unos 220 km/h y sin visibilidad. El horizonte de vuelo artificial cambió a una posición completamente vertical. El piloto intentó corregir la horizontalidad, seguidamente el avión parece que entra en barrena pero el piloto logra enderezar. Sin embargo, momentos después el aparato vuelve a fallar, la velocidad aumenta hasta los 400 km/h. El piloto intenta controlar el avión atendiendo a los instrumentos de navegación ya que no había visibilidad pero los mandos no responden. El avión desciende rápidamente desequilibrado y con bruscos movimientos de alabeo, entrando de nuevo en barrena.
En ese momento, el piloto ordena al mecánico la evacuación del aparato y lanzarse en paracaídas. Éste va a la parte de atrás del aparato y se lo comunica al Tte. Cuesta que estaba sentado cerca de la tripulación, el cual lo transmite a los demás pasajeros. El mecánico observa que algunos tienen puestos los paracaídas pero otros solo los atalajes.
El Cabo mecánico Gironés es el primero que saltó del avión por la portezuela del ala izquierda, a continuación lo hizo el Tte. Alfaro. Mientras, el piloto intenta abrir la compuerta superior de la cabina con una mano pero no lo consigue, al final lo hace ayudándose de las dos, saltando al vacío. Tras él lo hace el copiloto.
Suspendidos en el aire, los militares que habían saltado pudieron ver a sus compañeros también colgados de paracaídas, algunos de ellos rasgados. También contemplaron como se estrellaba el avión, incendiándose de inmediato. Algunos ven trozos de avión cayendo sin que pudieran precisar que parte del fuselaje eran. Todos llegaron a tierra tan solo con algunas magulladuras y contusiones.
Cuando el Tte. Alfaro aterrizó, se dirigió al lugar del avión siniestrado, antes de llegar a sus inmediaciones, como a unos cincuenta metros, encontró el cadáver del Tte. Plaza envuelto entre la tela de su paracaídas. Es de suponer que murió al lanzarse muy cerca del suelo y no dar tiempo a su paracaídas a desplegarse. En las inmediaciones del avión encontró al copiloto Tte. Bacariza, que ya era atendido por dos mujeres que estaban haciendo trabajos de resinado en el lugar.
Siete personas no pudieron saltar del avión quedando sus cadáveres calcinados: los Ttes. Cuesta, Izquierdo, Madruga, Ponce; el alférez Ramírez; el cabo radio Sanchez y el conductor militarizado Vidal.
El trimotor cayó en el monte de las Ensanchas de Navacedón, cerca de Los Porretales. La violencia del choque había esparcido restos del aparato en un área de unos 50 o 100 metros pero el fuselaje y los motores se encontraban juntos en el punto de impacto. Los cadáveres se encontraban aprisionados entre los hierros, así que tuvieron que pedir un mecánico con herramientas para poder extraerlos.
Los supervivientes fueron trasladados a Lastras por algunos hombres que se presentaron minutos después del accidente. Después recibieron orden de trasladarse a Valladolid.
Todos estos detalles de la tragedia los conocemos por la causa abierta contra el Tte. Miguel Angel Sanz, donde se investigó la posible responsabilidad por negligencia del piloto.
El avión Savoia S-81 (21-52) era un avión veterano procedente de la ayuda militar suministrada por Mussolini a Franco durante la guerra civil. La aeronave había prestado servicio durante la guerra de Abisinia y después en la Aviación Legionaria como bombardero y avión de transporte. Aunque era fiable, según se desprende de la causa, ya estaba cercano al final de su vida operativa. Prueba de ello es que numerosos aparatos similares ya se habían retirado del servicio, no resultando adecuado para vuelo sin visibilidad. Además, la defensa durante la causa insistió en la conservación del aparato, que aunque había pasado recientes revisiones de modo satisfactorio, no tenía un hangar propio para su cuidado.
El Acta del Consejo, absuelve al piloto de toda responsabilidad, acreditando su actuación como prudente en todo momento. Sin embargo, no se esclarece las causas del accidente. Según las declaraciones de algunos supervivientes, antes de que el avión se estrellara se pudieron desprender de él partes del fuselaje que pudieron afectar a su estabilidad, sin que se pudiera acreditar los elementos que se cayeron y si fue esa la causa real del accidente. Los restos del avión tampoco ayudaron a esclarecer más ya que aparecieron el fuselaje y los motores unidos, pero esparcidos a distancia se encontraron numerosas piezas pudiendo ser debido a la violencia del impacto. Lo que si se hace constar como hechos probados es que los pasajeros muertos no llevaban debidamente puestos los paracaídas, solo los atalajes y por esta razón no pudieron saltar con la celeridad debida.
Hasta entonces, éste fue el accidente más grave de la historia de la Aviación Militar Española acaecido por un solo avión. Hoy en día, más de 75 años después de accidente, es fácil encontrar pequeños fragmentos del aparato en el lugar.
Listado de ocupantes del avión siniestrado:
Miguel Sanz Martín (piloto) Herido
Francisco Bacariza (segundo Piloto) Herido
José Madruga López (piloto observador) Fallecido
José Girones (cabo mecanico) Herido
Fernando Sánchez (radio) Fallecido
Santiago de la Cuesta Sáez Fallecido
Jose Luis Plana Barrios Fallecido
Andrés Vicente Izquierdo Fallecido
Alfonso Ponce Manera Fallecido
Ignacio Alfaro Arregui Herido
Francisco Ramírez Muñoz Fallecido
Antonio Vidal Font Fallecido
Agradecimientos:
Al Archivo Histórico del Ejercito del Aire por el acceso a la causa que ha permitido la redacción del artículo.
A Fernando Pina Rubio y Revista de Aeronáutica y Astronáutica por la cesión de las fotos que ilustran el artículo.
Bibliografía:
– Archivo Histórico del Ejercito del Aire. Ministerio de Defensa, “Causa 64-939 contra el Tte. Piloto Miguel Angel Sanz Martín, 1940.
– “Un trimotor se estrella en termino de Lastras de Cuellar” en El Adelantado de Segovia, nº 11.162,1939.
– “Hace 60 años. Tragedia”. Revista de Aeronautica y Astronautica nº 688, 1999.
– “Catastrofe de avión”. Periódico Labor, 1939.
Autor: Félix Martín Galicia
También han colaborado: Santos López de las Heras y José Raúl Garrido Pérez