El norte de Castilla, 18/06/2010, Mónica Rico
Sin duda al visitante que llega a Lastras de Cuéllar le sorprenden sus paisajes de pinos, ribera, lagunas, presas y molinos. En los alrededores del municipio, también se encuentra una pequeña ermita, dedicada a la Virgen del Salcedón, a la que los vecinos de Lastras sin duda tienen gran devoción y cuya existencia está rodeada de algunas leyendas, que los mayores aún recuerdan.
En el municipio cuentan con la ermita se construyó en el lugar en el que se encuentra puesto que a tan sólo unos metros del lugar existe una fuente donde la imagen se apareció.
Desde su construcción, la ermita es el centro de celebraciones de la romería de la Virgen de Salcedón, que se celebra cada año el lunes de Pentecostés, una fecha muy señalada en los calendarios de los vecinos que comienzan las celebraciones durante el fin de semana para culminar el lunes con un paseo desde el municipio hasta la ermita durante varias horas, donde las danzas y en especial el paloteo, son protagonistas junto con la Virgen, cuya imagen ha permanecido unos días en el municipio.
Durante la romería se mantienen tradiciones muy arraigadas en la localidad. Dentro de los bailes del paloteo, destaca ‘el arco’ que hacen los danzantes a la entrada del templo, bajo el cual pasa la imagen de la Virgen para introducirla en el templo. Igualmente se realizan, como hace años, las subastas de las andas y de la persona encargada en subir a Nuestra Señora de Salcedón al trono. Pero la devoción que sienten los lastreños por su virgen no sólo queda patente en esta jornada, sino que todos los domingos, los fieles, junto con los matrimonios mayordomos de la cofradía, visitan la ermita.
Además de la leyenda de la ubicación de la ermita, en Lastras existen otros cuentos populares que se han transmitido de generación en generación, como la de ‘la pedigüeña’, que es como es conocida de forma popular una antigua talla de Santa Elena.
Su sobrenombre viene dado porque era la imagen a la que los vecinos de Lastras de Cuéllar le iban a pedir agua en los momentos de sequía. Esta petición se hacía de forma oficial, en procesión desde la ermita hasta la cercana fuente de Santa María de Salcedón, en la que sumergían la imagen en petición de la tan esperada lluvia. Cada vez que se realizaba la procesión y baño de la imagen, llegaba el agua.
La leyenda de la imagen continúa, y se sitúa en un caso concreto, cuando tras una larga sequía, una vez más los vecinos decidieron pedir agua y sacar en procesión a ‘la pedigüeña’. Una vez más, cumplido el rito, llegó el agua. Sin embargo las lluvias comenzaron a ser abundantes y sin descanso durante varias jornadas, con lo que en lugar de salvar las cosechas, éstas se estaban estropeando.
Sin saber muy bien qué hacer y si pedir nuevamente a la imagen de la Santa el cese del agua, dos de los vecinos se acercaron hasta la fuente, en la que encontraron flotando un pequeño trozo de madera que, al parecer, se había desprendido de la imagen al sumergirla al pedir agua. La leyenda popular concluye explicando cómo el momento en el que dejó de llover coincidió con el que los hombres sacaron el pedazo de madera perteneciente a Santa Elena de la fuente.
Una carreta en el barro
En el mismo paraje de Santa María de Salcedón nos encontramos con un espacio muy pantanoso en el que se centra otra leyenda local. En este caso la sabiduría popular cuenta que un carretero pasó por el lugar con sus bueyes, con tan mala suerte, que en el lugar con más agua quedó la carreta atrancada. El conductor comenzó a blasfemar y los bueyes a hundirse y a mayor número de blasfemias, mayor hundimiento de bueyes y carreta, hasta que todos perecieron sepultados por el barro. Dicen que aún hoy en algunos momentos si se presta atención al silencio, se escucha el sonido de las esquilas de los bueyes.