Emiliano de Lucas escribió un ameno e interesante artículo sobre la romería de San Antón publicado en esta misma web. En el mismo hacia un recorrido por la tradición de la romería, la importancia que tenía hasta épocas relativamente recientes, y los recuerdos que de ella guardaban nuestros mayores. Animo a leerlo si queremos conocer parte de nuestra historia.
Desde otro ángulo escribo también de San Antón. Estos días se cumplen cien años del robo del lienzo de este santo, concretamente la ermita fue asaltada y robada la noche del 10 de enero de 1920. El juzgado de primera instancia de Cuellar se interesó por el asunto, pero sus diligencias no condujeron a dar con los ladrones. El robo quedó sin resolver.
En cuanto al cuadro, la leyenda popular lo atribuye a Velázquez, pero no hay nada que acredite tal hecho. Velázquez nunca trabajó para el Duque de Alburquerque, no se le conoce ninguna obra sobre San Antón, y en los inventarios no aparece ningún cuadro que se le atribuya. Además, una vez producida la venta de La Serreta, no tendría ningún sentido dejar un cuadro como ese sin reflejarlo documentalmente.
Por otra parte, la ermita se construye hacia 1591, unos diez años antes del nacimiento de Velázquez, por lo que cuando se decora, el pintor sevillano debía ser todavía un niño, no teniendo ninguna constancia de mayores arreglos. Por todo ello, debemos pensar que esta historia arraiga más en el deseo popular que en los hechos reales.
Lo cierto es que, como plasma muy bien Emiliano, cuando se produce el robo, cunde el desánimo y la romería se deja de celebrar. Supongo que coinciden en el tiempo demasiados acontecimientos: por una parte, está el robo del cuadro y su segura incidencia en la moral de los romeros; y por otra, la venta de la finca por parte de la Casa de Alburquerque que conduciría a muchos labradores que tenían arrendadas tierras a dejarlas.
Por aquellos años, concretamente en septiembre de 1904, el Duque de Alburquerque habría adquirido al Conde de Corzana en tercera subasta el 3,33% que este poseía, y además adquiere otra parte igual de la Marquesa de Navamorcuende y el doble de la Marquesa de los Arenales, con lo que se haría con la totalidad de la finca. La Serreta se vendería a la Unión Resinera antes de 1914.
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